"Era una noche de vastos silencios, como en los estuarios colosales de los Llanos, cuya resonancia permitía escuchar conversaciones íntimas a varias leguas de distancia. Cristóbal Colon había vivido un instante como ése, y había escrito en su diario: «Toda la noche sentí pasar las aves.» Pues la tierra estaba próxima al cabo de sesenta y nueve días de navegación. También el general las sintió. Empezaron a pasar como a las ocho, mientras Carreño dormía, y una hora después había tantas sobre su cabeza, que el viento de las alas era más fuerte que el viento. Poco después empezaron a pasar por debajo de los champanes unos peces inmensos extraviados entre las estrellas del fondo, y se sintieron las primeras ráfagas de la podredumbre del nordeste. No era necesario verla para reconocer la potencia inexorable que infundía en los corazones aquella rara sensación de libertad. «¡Dios de los pobres!», suspiró el general. «Estamos llegando.» Y así era. Pues ahí estaba el mar, y del otro lado del mar estaba el mundo."
Gabriel García Márquez, El general en su laberinto, ed. Debolsillo, Buenos Aires, 2005.
Gabriel García Márquez, El general en su laberinto, ed. Debolsillo, Buenos Aires, 2005.
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Não prometo responder a todos os comentários, mas prometo que fico grato por todos.