(Não traduzo. Em primeiro lugar porque sou um péssimo tradutor; em segundo, porque não me apetece; em terceiro, porque toda a gente percebe espanhol.)
«En cambio, yo estaba cómodo en aquel silencio.
Nos despertaba antes del amanecer una oración que flotaba en los dormitorios aún oscuros, y muchos se quedaban con los ojos muy abiertos y la cabeza un poco lebantada de la almohada, en eso ligero mareo que se produce al pasar de golpe del sueño al silencio. Volvía a cerrar los ojos un instante, como si quisiera dar marcha atrás y pasar del silencio al sueño, antes de abrirlos otra vez en el dormitorio aún aturdido. Alguien habia empezado a ponerse los pantalones debajo de las mantas, moviendo brazos y piernas como un molino, sin hacer ruido, arqueando con esfuerzo la espalda hasta formar un puente con la coluna vertebral.
Yo también me vestía debajo de las mantas, sin prisa; sacaba los pies de la cama, me ponía los calcetines, abría el cajón de la mesilla de chapa y, después de destapar la lata de betún, mojaba la punta del cepillo, metía una mano en el zapato y empiezaba a untar la crema. Alargaba la operación infinitamente para captar el instante en que el betún se extendía hasta desaparecer, perdía consistencia y solo quedaba una luz reluciente, desprovista de cuerpo y de color.
Me entretenía con este y otros juegos de la eternidad.»
Antonio Moresco, in Los comienzos (incipit), ed. Impedimenta, 2023, Madrid.
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Não prometo responder a todos os comentários, mas prometo que fico grato por todos.